Y yo que no hablaba más que el silencio,
hoy susurro en tus oídos,
buscando armonía entre mis versos
y deseando ser el dueño de tus besos.
Pero el abismo interminable de la coherencia,
intenta abatir mi piel de locura,
siempre declarando irreal la fantasía
y la luna inalcanzable
para mis manos de simple mortal.
Y en mi escasa cordura,
poco importa la coherencia,
pues he encontrado omnipotencia,
escondida en mi gran vehemencia…
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