domingo, 31 de enero de 2010

Tributo al dolor

Mirando el rojo carmesí de la sangre seca en la pared,
me interno en un mundo surrealista,
totalmente incoherente, pero con olor dulce,
huele a dolor, la esencia de la vida misma,
lo que le da una pausa a la cordura y me hace divagar.

Camino hacia un final quizás inexistente,
quizás catastrófico, pero un final a fin de cuentas,
encadenado a los recuerdos que forman mi vida,
idealizo de una forma irracional mis conceptos de la vida.
La vida… El viejo libro…
Libro al que añado letras y más letras,
esa tinta de sangre con la que es relatada mi historia
y ese pergamino que no es más que mi piel marcada,
marcada por experiencias,
marcada por el dolor…
Dulce dolor, sin ti no conociera el amor,
o tal vez amor, sin ti no conociera el dolor,
la abundancia de locura manifestada en ideas subliminares,
terminan siendo el motivo de vivir,
extraño rito pagano, tributo al dolor…

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