Y sigues siendo inalcanzable,
el retrato inolvidable de tu mirada en mi memoria,
como trampa sin dueño,
como una arma de asedio,
tristes flores marchitas en mis ojos,
dulces estrellas en los tuyos.
Mujer impenetrable,
inmune a las rosas que bellas en la primavera,
inundan tu almohada,
sufriendo en la espera,
quizás cruzando una prueba,
no hay más en la acera,
solo sangre de mis venas.
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