Cautivo en duelo
con labios mudos
y la garganta hecha nudos,
probando el amargo sabor de la soledad,
con el puro resplandor del fuego del olvido,
susceptible ante los cambios del alma
y la razón que huye de impotencia,
náufrago de mi propio mar
y el aroma del miedo hace pudrir
la ilusión pensando siempre que es un error...
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